El ombudsman criollo observaría con pavor como sus cautelados están siendo, literalmente, postrados ante un mundo vertiginoso y acelerado como el que estamos viviendo hoy.
Al saber que el adiestramiento es una actividad integrada y enfilada hacia ambientes biteados, dispondría de los recursos que el Estado ha consignado y condicionaría estructuras indelebles para contener, lo antes posible, todos los procesos del educando.
Observaría, sin duda, el advenedizo paradigma de una unidad portátil por individuo y amoldaría aquella visión a una misión nacional. Condicionando una estructura real y formal para que los accesos y decantaciones tuvieran pertenencia en los terrenos de los unos y ceros.
Presionaría a los legalistas y expondría ante los legisladores, convenciendo a toda la industria nacional de su gran papel en esta cuestión.
Héctor
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