Estimado Carlos Peña.
Ex Alumno del Liceo de Aplicación
Presente.
Recuerda usted cuando levantaba el dedo para decirle a su profesor que había llegado a clases y no se había quedado dormido –o vaya a saber uno por qué se faltaba al colegio, antes de la red-. Hace mucho tiempo ya de aquello y fíjese que yo también soy de la era pasada. Solo 4 años antes del año cero 1993), yo dejaba el Liceo de Aplicación y mi vida escolar terminaba, al igual que el régimen dictatorial de la época.
Entré a la universidad y los procesadores de textos estaban en su primigenio factor de transcurso: máquinas de escribir; no obstante, llegó el monitor y con el sus entrañables (wordperfect, xtreegold, y dos). Saltamos luego al trabajo en grupo y de ahí al 95. Por cierto que no alcance el sistema operativo Windows 98 y, hoy, mis desarrollos están arraigados entre mi dominio en .cl y la manada de blogs alzados en un operador -mundial- del .com.
El lunes 14 de abril de 2008, necesité un certificado de alumno regular de mi antigua casa de estudios escolares. Según mis cálculos, desde el año cero hasta el este lapso ya han transcurrido 98 años red (7x1) y la secretaria de estudios de nuestro liceo –estimado rector- me extendió un pergamino de puño y letra, soportado en una fotocopia. En evidencia de evidencias, el descalabro es abrumador y el daño se tiene que empezar a revertir desde nuestras propias realidades. Siendo nuestra ex casa de formación educacional, el ejemplo vivo del caos en la educación chilena.
Las aplicaciones de hoy son mundiales y hasta el gigante de Microsoft ya vendió el paquete de Office al potente de Apple. Cabe entonces preguntar ¿dónde están las aplicaciones en el Liceo de Aplicación? ¿Se condice la sindicación de “aplicacionista”, hoy, a una casa de estudios (básicos y medios) tradicional del sistema público? Me parece pertinente indicarle que el gen de la devastación en el estudio, diligencia, esmero, concentración y afán –sinónimos de aplicación- para con la evolución de la educación chilena se puede observar en Cumming 21 y 29.
Cabe destacar que: en ningún momento yo he sindicado algún miembro de esa casa de estudios como el responsable. Ni siquiera, en estos momentos, puedo decirle que la ex ministro tiene alguna responsabilidad en la acrecentada brecha digital que se observa en mi ex liceo. Sin embargo, un amigo mío me dijo que: en Chile todavía no va a ser posible corregir las falencias, dado que aún no tenemos un “HalfManager 4WD”.
En todo caso, por lo menos, pasé por el Liceo de Aplicación y observé el deterioro y el atraso. Se lo transmito a usted para que tenga una idea de los encumbramientos que podemos tener algunos; no obstante, todo es arrastrado hacia la tierra y no logra elevarse, dado que las producciones en las aplicaciones están minadas desde las bases de la educación.
Un placer saludarlo y poder escribirle esto de nuestro Liceo de Aplicación.
Ex Alumno del Liceo de Aplicación
Presente.
Recuerda usted cuando levantaba el dedo para decirle a su profesor que había llegado a clases y no se había quedado dormido –o vaya a saber uno por qué se faltaba al colegio, antes de la red-. Hace mucho tiempo ya de aquello y fíjese que yo también soy de la era pasada. Solo 4 años antes del año cero 1993), yo dejaba el Liceo de Aplicación y mi vida escolar terminaba, al igual que el régimen dictatorial de la época.
Entré a la universidad y los procesadores de textos estaban en su primigenio factor de transcurso: máquinas de escribir; no obstante, llegó el monitor y con el sus entrañables (wordperfect, xtreegold, y dos). Saltamos luego al trabajo en grupo y de ahí al 95. Por cierto que no alcance el sistema operativo Windows 98 y, hoy, mis desarrollos están arraigados entre mi dominio en .cl y la manada de blogs alzados en un operador -mundial- del .com.
El lunes 14 de abril de 2008, necesité un certificado de alumno regular de mi antigua casa de estudios escolares. Según mis cálculos, desde el año cero hasta el este lapso ya han transcurrido 98 años red (7x1) y la secretaria de estudios de nuestro liceo –estimado rector- me extendió un pergamino de puño y letra, soportado en una fotocopia. En evidencia de evidencias, el descalabro es abrumador y el daño se tiene que empezar a revertir desde nuestras propias realidades. Siendo nuestra ex casa de formación educacional, el ejemplo vivo del caos en la educación chilena.
Las aplicaciones de hoy son mundiales y hasta el gigante de Microsoft ya vendió el paquete de Office al potente de Apple. Cabe entonces preguntar ¿dónde están las aplicaciones en el Liceo de Aplicación? ¿Se condice la sindicación de “aplicacionista”, hoy, a una casa de estudios (básicos y medios) tradicional del sistema público? Me parece pertinente indicarle que el gen de la devastación en el estudio, diligencia, esmero, concentración y afán –sinónimos de aplicación- para con la evolución de la educación chilena se puede observar en Cumming 21 y 29.
Cabe destacar que: en ningún momento yo he sindicado algún miembro de esa casa de estudios como el responsable. Ni siquiera, en estos momentos, puedo decirle que la ex ministro tiene alguna responsabilidad en la acrecentada brecha digital que se observa en mi ex liceo. Sin embargo, un amigo mío me dijo que: en Chile todavía no va a ser posible corregir las falencias, dado que aún no tenemos un “HalfManager 4WD”.
En todo caso, por lo menos, pasé por el Liceo de Aplicación y observé el deterioro y el atraso. Se lo transmito a usted para que tenga una idea de los encumbramientos que podemos tener algunos; no obstante, todo es arrastrado hacia la tierra y no logra elevarse, dado que las producciones en las aplicaciones están minadas desde las bases de la educación.
Un placer saludarlo y poder escribirle esto de nuestro Liceo de Aplicación.
Héctor Samuel Quijada Olguín.
la-educacion.blogspot.com